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HANGAR-1

  • Foto del escritor: godinestorreserick
    godinestorreserick
  • 29 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

Fernando Miller modificó su primer coche a los 16 años. Era un Renault 1984, al que le colocó un nuevo escape, volante, estéreo y ecualizador. También le pintó de blanco las molduras y le instaló nuevas cabeceras tipo raqueta. Como en esos años, Renault ya no se comercializaba en el mercado mexicano –la marca regresó al país en 2001– y no había refacciones disponibles, Miller fabricó todas las piezas en la planta de mofles de su papá. Pronto hizo fama entre amigos y familiares, quienes empezaron a acudir a él para modificar sus vehículos.

Este hobby lo llevó a estudiar ingeniería industrial y a crear una empresa, a la que llamó Hangar 1, enfocada en el ‘tuneado’ o personalización de vehículos. Su negocio, que empezó en 1997 con dos personas y una decena de trabajos, ahora realiza 300 proyectos al mes, desde instalaciones de sistemas de escape, alerones y spoilers hasta reconstrucciones completas.

La edad de oro del ‘tuneo’ se dio en Estados Unidos en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando los jóvenes modificaban sus autos para diferenciarlos del resto, haciéndolos más rápidos. “Por ejemplo, a los Ford T les cortaban el

techo para hacerlos más aerodinámicos”, explica Miguel Ávalos, director comercial de Air Design, empresa mexicana fabri- cante de kits de personalización.

El negocio ha crecido desde entonces. Según datos de la Specialty Equipment Market Association (SEMA), en Estados Unidos genera unos 60,000 millones de dólares al año. Cada cliente invierte, en promedio, entre 5,000 y 20,000 dólares en personalizar su vehículo.

En México, el negocio es mucho más pequeño. Aunque crece a doble dígito, ya mueve entre 3,000 y 4,000 millones de dólares al año. Además, está pulveri- zado en cientos de empresas, desde mi- cronegocios que realizan modificaciones muy básicas, hasta empresas pequeñas y medianas, que han evolucionado al rit- mo de los vehículos, y que cuentan con la tecnología necesaria para manipular los sistemas eléctricos que, prácticamente, lo controlan todo en el automóvil, como las prestaciones del motor, la configuración de la consola, el aire acondicionado y la apertura de las puertas.

Los entrevistados calculan que, en México, las personas gastan en promedio entre 3,000 y 5,000 pesos en la personalización de sus vehículos. Aunque cualquier auto es susceptible de un ‘cambio de look’, los modelos que predominan en las estéticas automotrices medianas y grandes son deportivos y marcas premium.

https://hangar1.com.mx


 
 
 

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